Todo el mundo espera de ellos que sean modelos a imitar. Personas responsables, comprometidas y solidarias, que no pueden dejarse llevar por los instintos y cometer la más mínima infracción. Para ilustrar al extremo que llegan estas expectativas, reproducimos algunas de las portadas que acaparó De Gea, el portero español del Manchester, cuando intentó salir de un establecimiento a coger la cartera para pagar un donut que se había comido.
Al día siguiente toda la prensa nacional e internacional se había hecho eco de la noticia y los titulares condenaban al jugador de forma sensacionalista para vender más, sin tener en cuenta que pudo ser un error y que esta condena internacional podría afectar negativamente al estado de ánimo de un chico de sólo 20 años, que se encuentra lejos de su familia y aún no domina el idioma local.
En otros deportes, casos como en el de Contador o Marta Domínguez, figuras idolatradas por ser números uno indiscutibles en sus especialidades, sobre los que de pronto cae la sombra de la sospecha y tienen que soportar el acoso de los medios y una duda generalizada, que aunque absueltos, nunca podrán limpiar por completo. Es otro ejemplo de lo ingrato que puede ser llegar a la cima cuando el deporte es un negocio tan lucrativo.
Que "va con el sueldo" o que "están hechos de otra pasta" son algunas de las frases que se suelen oír cuando alguien trata de llamar la atención sobre este tipo de abusos, pero lo cierto es que muchas carreras deportivas quedan truncadas porque aun siendo un portento físico, el deportista no está preparado mentalmente para soportar el asedio al que lo somete llegar a la cima de la alta competición. Hay muchas jóvenes promesas que despuntan en la cantera o en países en los que su deporte es más deporte y menos negocio y que al llegar al primer equipo o a un lugar más mediático "no tocan balón" o van de lesión en lesión a pesar de los cuidados médicos y la ayuda psicológica.
En instituciones como el Real Madrid y F.C. Barcelona, los equipos más grandes de Europa, donde los seguidores se cuentan por cientos de millones en todo el mundo, estar en la cima no puede ser más estresante. Cuando cobras millones de euros y todos los equipos y las marcas te quieren, hablar de motivación intrínseca parece un chiste. Si tu trabajo en este negocio es marcar goles ya lo puedes hacer bien. La presión llega a tal extremo que en tres jornadas puedes pasar de ser un dios a convertirte en un lastre para tu equipo, como le ha pasado recientemente a Leo Messi, quién a los pocos días de ser cuestionado vuelve a marcar tres goles y a producir ingresos multimillonarios sólo en artículos y portadas.
La palabra crisis está de moda y asociarla en un titular a los mejores futbolistas del mundo los convierten en un producto que se vende solo.
La explicación de Cristiano Ronaldo a los pitidos del público rival también se ha convertido en un trending topic en nuestro país:
A pesar de contar con el apoyo de las directivas, vestuario, familia y medios, y de técnicas psicológicas como las de motivación, relajación y resistencia al estrés, si el deportista no cuenta con unas características de personalidad muy concretas, así como con una ambición fuera de lo común, difícilmente podrá resistir la enorme presión y exigencia física y mental que sufren actualmente quienes destacan en actividades que generan tantos beneficios.
Muy interesante. Te hace recapacitar sobre lo que esperamos o no de personajes públicos.
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