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jueves, 15 de diciembre de 2011

Los psicólogos destacan que el 8% de los universitarios padecen nomofobia



Según un estudio de expertos en cursos psicologia, ha aumentado la adicción a la tecnología. El 8 por ciento de los universitarios españoles padece nomofobia (abreviatura de la expresión inglesa "no-mobile-phone phobia"), un miedo irracional a no llevar el teléfono móvil encima, derivado éste de un uso patológico de la telefonía móvil. Además, los jóvenes que padecen esta adicción a los teléfonos móviles se aburren más a la hora de realizar cualquier otra actividad de ocio, son bastante más extrovertidos y buscan más sensaciones nuevas que los no adictos. Además, presentan una autoestima más baja que el resto.
Así lo ha señalado Francisca López Torrecillas, experta en adicciones y directora del departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Universidad de Granada, quien destaca que, a pesar de que algunos autores señalan a la nomofobia como una de las últimas enfermedades provocadas por las nuevas tecnologías, es sólo un síntoma más de la adicción al móvil.
Como explican en los masters psicologia, todas las adicciones traen consecuencias y la nomofobia provoca una mayor frecuencia en el uso del teléfono móvil con el envío y recepción de correos electrónicos, SMS, y MMS (además de otros programas de envío de mensajes gratuitos); la consulta permanente de noticias y el mantenimiento o revisión de posibles mensajes en el teléfono móvil en todo momento, incluso a la hora del sueño.
La investigadora destaca que, para poder diagnosticar este trastorno, se debe tener en cuenta la historia clínica de los estudiantes universitarios, puesto que hay otras características como haber sufrido trastornos afectivos, ansiedad y abuso de sustancias, que influye en la presencia de la nomofobia. Así pues, se necesita centrar todos los esfuerzos en este cada vez más grande colectivo, puesto que estos adolescentes y jóvenes contemporáneos son las primeras generaciones nacidas entre estas herramientas y es todo nuevo para médicos y psicólogos.

martes, 13 de diciembre de 2011

Tipos de amor

La psicología diferencia entre muchos tipos de amor. Una de las teorías que goza de mayor aceptación es la de Robert Sternberg, quién diferencia el amor en función de tres componentes principales: intimidad, pasión y compromiso. La combinación de estos tres componentes da lugar a siete formas distintas de amar:



El amor completo o amor total: es el ideal, aquel que combina estos tres componentes, gozar de pasión, intimidad y compromiso, aunque según la psicología no suele durar mucho y deriva en alguno de los tipos restantes.


El amor romántico: combina la pasión con la intimidad, tanto deseo como proximidad.Supone compartir además de deseo y pasión sentimientos personales y emociones.

El encaprichamiento: se limita al deseo, es todo pasión, equivale al llamado amor a primera vista. Al igual que el amor completo no es un amor duradero, evoluciona pronto en otras formas.

El amor compañero: combina intimidad y compromiso, es el que sentimos por los buenos amigos y algunos familiares.

El amor vacío: se mantiene exclusivamente por el compromiso y se basa en una decisión firme de permanecer con una persona donde no existe ni pasión ni intimidad. En ocasiones se aprecia en parejas con muchos años de matrimonio.

El amor fatuo: es más intenso que el encaprichamiento. Un ejemplo sería desearse y casarse sin dar tiempo a conocerse bien.

Finalmente la confianza-amistad o el gusto por otra persona surge cuándo sólo existe intimidad, pero sin pasión ni compromiso. Es frecuente entre compañeros de clase o de trabajo.





martes, 6 de diciembre de 2011

Fases del duelo

El duelo es la reacción normal que experimentamos cuando perdemos a un ser querido. Sea por fallecimiento, ruptura sentimental o divorcio, los investigadores han identificado una serie de etapas por las que todos pasamos al sufrir un pérdida significativa.



Las respuestas son físicas, psicológicas y sociales, de distinta intensidad y duración en función del grado de unión, de las circunstancias de la pérdida, de la personalidad, de la exposición posterior y de la situación en que queda la persona que tiene que afrontarlo. 
La duración total se estima entre seis meses y dos años. 


Las fases pueden presentarse consecutivamente, solapadas o en otro orden. Aunque no hay un consenso total en el número, destacaremos las siguientes cinco fases:


1) Incredulidad: es la primera fase, se suele acompañar de negación y aislamiento, ayuda a amortiguar el impacto inicial de desconcierto ante la ruptura del vínculo y no suele ser muy duradera.


2) Ira: tras la incredulidad, ante el dolor y las preguntas sin respuesta, las personas suelen reaccionar con agresividad. La frustración se suele mostrar atacando injustamente a los más cercanos, aunque sólo de forma temporal, como forma irracional de descargar las tensiones acumuladas.


3) Pacto: al tomar conciencia del desgaste que está suponiendo la pérdida y de las consecuencias que puede tener para uno mismo mantener ciertos comportamientos y actitudes desadaptativos, se negocia con los demás (incluso con divinidades y difuntos) y con uno mismo para tratar de mejorar la situación.


4) Depresión: cuando no se puede seguir evitando y llega la hora de enfrentarse a la ausencia, quienes están pasando por el duelo caen en una profunda tristeza. En este momento es inútil tratar de animarlos ni de distraerlos, es una fase larga que supone un gran desgaste físico y psicológico, pero que abre el camino a la superación del duelo. Lo mejor para ayudar en este momento es acompañar y escuchar a la persona que sufre. También es el momento de buscar ayuda, en la red social o a través de profesionales, para garantizar una pronta recuperación.


5) Aceptación: es la última etapa, da paso a la tranquilidad. Al principio días mejores y días peores, progresivamente indiferencia afectiva y finalmente recuperación de la paz y la esperanza.


Las personas que han pasado por un proceso de duelo quedan transformadas, ven la vida de un modo diferente, quizás de forma más filosófica o religiosa, o dejan atrás todo narcisismo para volverse más altruistas y solidarias. Aunque todo dependerá de las estrategias que hayan utilizado para superar el proceso y de la personalidad, difícilmente volverán a ser los mismos después de una pérdida.